sábado, 15 de diciembre de 2018

ANACRÓNICOS(Texto de Teresa Arroyo de la Cruz)



ANACRÓNICOS
JUAN GILA
Más allá del sentido a veces peyorativo del anacronismo, incluso más allá del significado primigenio griego ( ἀνά “contra” y χρόνος “tiempo” ) de la propia palabra; en la obra de Juan Gila, el anacronismo hace las veces de indicio y certeza del tiempo. Tiempo en el que los acontecimientos suceden y en el que el devenir del hombre se repite una y otra vez como el concepto de infinito en el Tercer Hombre de Aristóteles.
Juan Gila domina en sus obras la atemporalidad del arte clásico y el pensamiento occidental filosófico, haciendo suya una reflexión inteligente sobre la idea del hombre como centro, una renovada noción del Humanismo.
Como escultor, desde el principio de su expresión artística, Juan Gila recoge las influencias de creadores que como él, manifestaban su arte desde la figura del hombre. Podríamos llamarle Renacentista (con matices) con todo lo que este término conlleva. El Renacimiento, entre otras muchas cosas, es el fruto de la difusión de ideas del Humanismo, determinando una nueva concepción entre el hombre y el mundo que le rodea. Recoge los valores de la cultura greco-romana e implanta la importancia de la política, la ciencia, el arte, la filosofía y la contemplación libre de la naturaleza a través de los ojos del hombre, a fin de cuentas, Juan Gila al igual que Michelangelo Buonarroti, se convierte en un defensor a ultranza del Antropocentrismo, del yo y su circunstancia. En las obras de esta y de sus anteriores exposiciones, Juan Gila manifiesta el don renacentista con matices y la fuerza barroca de otros grandes escultores y pintores españoles como Gregorio Fernández o José de Ribera (de nuevo el hombre como centro del pensamiento y obra artística), siendo estas obras fruto de una identidad propia y traída con gran agudeza a nuestro tiempo. Son piezas (al igual que las de los artistas citados) que transmiten una mezcla con mesura propia entre la atemporalidad y la actualidad más contemporánea. Juega con la fugacidad de la idea y la fuerza del cuerpo humano como característica inherente, culminando en la serialidad como epíteto propio del artista.
La Serie como modus operandi.
Sin duda, una de las grandes particularidades de Juan Gila, es la conciencia de los distintos puntos de vista que se puedan establecer sobre un objeto o acontecimiento (de ahí la repetición de obras con distintos tratamientos y técnicas en las mismas: arcilla, piedra, barro visto, refractario, parafina, policromía, art tech media, etc.). Estos diversos puntos de vista en sus piezas secuenciadas, constituyen la Serie, ya que están relacionadas entre sí y se suceden unas a otras.
La serie representa en cierto modo la relativización de la mirada y del objeto. Planteándonos una forma heterodoxa de acercamiento a un objeto, a una idea, o en este caso, al conjunto de todas en una obra de arte. El orden espacio/temporal de la obra se extiende, fragmentándose, pero sin perder definitivamente un ritmo y unas relaciones de sentido (de ahí que cualquier obra del artista anterior o futura, es capaz de formar parte de un mismo conjunto). La serialidad implica también la noción de proceso, de paso en el tiempo de un estado a otro, de una superficie a otra como una especie de metáfora de la lógica del pensamiento al cual corresponde: El pensamiento Aristotélico.
Como ya he referido, el artista hace suya la respuesta que Aristóteles planteaba a la Teoría de la Ideas en el Diálogo de Parménides de Platón, esta réplica expuesta no es otra que El Tercer Hombre. Platón postula la existencia de una Idea para abarcar lo común en entidades semejantes (por ejemplo al ente individual le llamamos hombre, y estos como las esculturas del artista, son semejantes en algún aspecto) la Teoría de las Ideas acaba defendiendo la existencia de la entidad universal Hombre. A esta idea se le une la teoría de que la individualidad es lo que es porque es semejante a la Idea de la cual es un ejemplo (así, el hombre concreto es hombre porque es semejante al Hombre entendido como Idea).
Y aquí es donde radica la réplica de Aristóteles, la respuesta que Juan Gila da en cada una de sus piezas: la existencia de una tercera entidad (tercer hombre) que abarque ese aspecto común entre lo concreto y la idea correspondiente.
En resumidas cuentas, el artista con pensamiento aristotélico, responde con sus creaciones de un modo en el que se procede hacia lo Infinito. Un vicio lógico de postular la relación entre las cosas una y otra vez.

Y qué más puedo decir de un artista tan sencillo en apariencia y tan complejo por dentro. Al igual que el filósofo plantea y responde en sus teorías, Juan Gila propone y sugiere en sus piezas (odas a la materia) una amalgama de pensamiento atemporal entre lo clásico y lo contemporáneo.
Simplemente diré que sus obras silenciosas y reflexivas pertenecen al ayer, al hoy y al mañana, que sus obras pertenecen al hombre, al hombre y su circunstancia, que nos pertenecen. Que por sus obras no pasa el tiempo, pues como el pensamiento anacrónico…éstas son parte del infinito.


Teresa Arroyo de la Cruz



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